“Recuerdo de mi primera comunión”...¿cuántas veces leemos esa misma frase en tan poco tiempo? Abril y mayo son los dos meses que cada año llenan sus días con comuniones ostentosas parecidas a bodas que dejan las cuentas del hogar en números rojos. El despilfarro y la tendencia consumista hacen de esta celebración un negocio para aquellos que se benefician del gasto imprudente que gran parte de la población hace en estos días. ¿Y todo para qué?
Hace algunos años, la principal finalidad de este acto de celebración religiosa era eso, puramente religiosa. El niño o la niña hacía la comunión para así renovar los votos de fe que hicieron sus padres y padrinos en el bautismo. Además, como pequeña celebración, había familias desahogadas económicamente que podían permitirse un pequeño convite. Los regalos, si es que los había, no eran tan caros y se daban a modo de pequeño detalle y la ropa era normalmente prestada o heredada. Lo que de verdad importaba era que los niños hacían la comunión para la que llevaban dos años preparándose y además pasarían un buen día con amigos y familiares. Sin embargo, actualmente parece que esa finalidad ha quedado en un marcado segundo plano.
El desembolso medio actual alcanza la increíble cifra de 3.300 euros por cada niño o niña. Tarjetas de invitación, recordatorios, pequeños regalos para los invitados..., esos gastos no son nada comparados con el convite. ¡El convite! Más que una pequeña comida donde se reúnen los seres queridos parece una de la Casa Real. Una comida perfectamente organizada, en lugares que tienden a una alta categoría y con un menú bastante lujoso. Algo tan bien preparado es cuanto menos, bastante caro.
Pero esto no es lo único. ¿Qué intención tienen los padres al vestir a sus hijas como novias y a sus hijos como verdaderos almirantes de la marina, con todo lujo de detalles? Está claro que en una ocasión especial han de tener un buen traje, pero no un traje cuyo precio sea la mitad del sueldo de un mileurista. Comprar trajes que el sueldo paterno o materno no se puede permitir no es lo correcto, pero aún menos correcta es la diferenciación que se produce entre los distintos niños, que van vestidos de una forma u otra dependiendo del dinero que hayan podido gastarse. De esta forma solo conseguimos crear desigualdad entre menores.
Además, conseguir el juguete ansiado, la videoconsola más actual, el mp3, etc, no es tarea fácil. Los niños y niñas ven la comunión como uno de los caminos más fáciles para obtener aquello que quieren, de ahí que en la actualidad muchos niños celebren este acto con esa finalidad.
Podríamos decir que el consumismo de la sociedad ha atrapado incluso aquellos ámbitos “sagrados”. La sociedad estamos maleducando a los niños de hoy en día predicando con un ejemplo erróneo, regalando cosas inútiles y lo que es peor, dejando que los propios niños exijan los regalos que quieren dando la casualidad de que no son, precisamente, los más baratos.
Las familias parecen querer demostrar todo lo que se pueden permitir tirando la casa por la ventana. Siempre está aquel niño que quiere aquello que le ha visto a un amigo o algo que ha visto en la televisión, y nosotros se lo damos, se lo damos todo sin que ello requiera un esfuerzo por su parte.
Todos los pequeños detalles caros que se tienen en cuenta a la hora de organizar una comunión hacen que hoy en día tomar “El cuerpo de Cristo”,por primera vez, no salga rentable.
Leonor Pinto Sánchez- Matamoros, 1ºBach. B
No hay comentarios:
Publicar un comentario